Blogia
das Mystische 2.1

Síntesis

Síntesis A la manera del libro de Manuel (un libro político, sí, pero también un excelente diálogo sobre trabajos manuales) descomponer la realidad en pequeños trozos, en breves apariencias insignificantes, minúsculas, cuadradas –a veces- o rectangulares, ya da lo mismo, recortando con ello las imágenes virtuales de lo que va quedando: un parche aquí, sobre aquellos últimos tejados, una mirada allí, a lo lejos; delimitando ahora la enciclopedia inevitable de las lluvias torrenciales, el mapa de bits u objetos perdidos, el cuaderno del futuro donde se adhiere, sin mayores dificultades, cierta ilusión aproximada. Así, con la paciencia de un taxidermista centenario, aún lúcido, con las herramientas nuevas del óxido y del barro, recomponer el sentido intacto de la inefable aventura humana, el valor del esfuerzo heroico y de la solidaridad entre personas; analizar, entre incisiones, las grandes palabras vacías de los grandes hombres vacíos, el dolor del sufrimiento y el dolor de la ausencia, los informes enfrentados de los científicos sobre los efectos nocivos del calentamiento global, la maldad y la bondad ahora, muy juntas, chapoteando en los mismos charcos; investigar la utilización política de las catástrofes naturales, los tóxicos del agua, del gas y el temor a las epidemias del cólera, el blanco y negro, en su caso, de la injusticia social y, ¿por qué no?, otros colores; escudriñar, al fin, la evacuación, el caos y al Rey del Jazz de Nueva Orleans, el aleteo de la mariposa que, desde el infierno, provoca un huracán en el Golfo de México, la previsión, la imprevisión, el destino y la fortuna.

6 comentarios

Magda -

Te comprendo perfectamente, no te preocupes. Solamente me sentí sola por un momento, como que venia y hablaba con nadie, sin pensar en nada más. Y mira que me sucede lo mismo que a ti, el tiempo...
Lo importante es que te leo siempre, aunque no comente.
Te dejo un abrazo, y gracias.

Enrique -

Gracias por el botón de enlace, Magda; nunca tuve nada parecido y no queda mal, nada mal. En cuanto a tu último comentario en mi blog: mi presencia en Internet es menor de lo que podría parecer a primera vista. El problema principal es el tiempo. Ando demasiado ocupado, y apenas paso por las páginas amigas como éstas se merecen, como a mí me gustaría. El poco tiempo que me queda, después de las obligaciones cotidianas, lo dedico a escribir; parir los artículos que dejo colgados en das Mystische me lleva mucho tiempo. No hay que olvidar que sólo soy un outsider sin ninguna base universitaria ni nada, y que me meto en charcos que a veces me superan. Me da un pánico terrible decir tonterías (aun así estoy convencido de que alguna se me escapa), así que ahí se me van todas las fuerzas. Después, los comentarios quedan en un segundo plano; a veces vuelvo a ellos, y a veces me olvido por completo. Por eso: no te enfades conmigo, no le des importancia. La voluntad (ahora que andas escribiendo sobre Schopenhauer) tira de mí, pero doy de sí apenas lo justo, muy justito. En cuanto a la visita virtual, veré qué puedo hacer. Nunca he participado en nada colectivo, pero estoy seguro que resultará interesante. Gracias por contar conmigo. Un fuerte abrazo. Enrique.

Magda -

A mi nunca me dices nada de lo que te comento :( Es broma, solamente venía a decirte que vendrá a verte un amigo virtual que está haciendo una página con textos de otros amigos viertuales, los que se van eligiendo por buenos textos. Ya te explicará él con detenimiento para ver si gustas participar.
Quité un par de días tu enlace para hacer un botón de tu blog para ponerlo en el mío, ya quedó por si gustas verlo.
Saludos.

Magda -

En El hombre sin atributos de Robert Musil, Diotima y Ulrich especulan:

"-¿Y qué haría usted -preguntó Diotima enfadada- si por un día pusieran a su disposición el gobierno del mundo?
-No me quedaría más remedio que abolir la realidad."

Pero esto es imposible ¿qué hacer entonces? quizá... no, no se, aunque dan muchas ganas a veces...

Enrique -

Lo siento, pero hoy comparto la desazón contigo, no podría librarte de ella aunque quisiera. El rompeolas tiene ahora todas las marcas de la vulgaridad y el otoño se me ha adelantado en forma de lluvia enciclopédica de papeles sobre mi mesa; tengo tanto trabajo que prefiero no pensar en ello. Llover, lo que se dice llover, en el sentido "natural" de la palabra, no llueve; la sequía comienza a ser preocupante. Por lo demás es el típico día en que uno no sabe si "tirarse" al metro o "tirarse" a la taquillera.

Un saludo, pini.

pini -

a veces aleteo desde el infierno...

entré porque tu post de abajo me recordaba "las alas del deseo" y ando con desazón.
me quedé escondida detrás de los caminantes que usan paraguas (yo jamás porque los olvido y amo la lluvia).
aunque queden definitivamente elegantes, más cerrados que abiertos con las puntas dobladas por el viento.
un abrazo, y préstame el rompeolas que necesito alejarme de la costa.