
A la manera del libro de Manuel (un libro político, sí, pero también un excelente diálogo sobre trabajos manuales) descomponer la realidad en pequeños trozos, en breves apariencias insignificantes, minúsculas, cuadradas a veces- o rectangulares, ya da lo mismo, recortando con ello las imágenes virtuales de lo que va quedando: un parche aquí, sobre aquellos últimos tejados, una mirada allí, a lo lejos; delimitando ahora la enciclopedia inevitable de las lluvias torrenciales, el mapa de bits u objetos perdidos, el cuaderno del futuro donde se adhiere, sin mayores dificultades, cierta ilusión aproximada. Así, con la paciencia de un taxidermista centenario, aún lúcido, con las herramientas nuevas del óxido y del barro, recomponer el sentido intacto de la inefable aventura humana, el valor del esfuerzo heroico y de la solidaridad entre personas; analizar, entre incisiones, las grandes palabras vacías de los grandes hombres vacíos, el dolor del sufrimiento y el dolor de la ausencia, los informes enfrentados de los científicos sobre los efectos nocivos del calentamiento global, la maldad y la bondad ahora, muy juntas, chapoteando en los mismos charcos; investigar la utilización política de las catástrofes naturales, los tóxicos del agua, del gas y el temor a las epidemias del cólera, el blanco y negro, en su caso, de la injusticia social y, ¿por qué no?, otros colores; escudriñar, al fin, la evacuación, el caos y al Rey del Jazz de Nueva Orleans, el aleteo de la mariposa que, desde el infierno, provoca un huracán en el Golfo de México, la previsión, la imprevisión, el destino y la fortuna.
6 comentarios
Magda -
Lo importante es que te leo siempre, aunque no comente.
Te dejo un abrazo, y gracias.
Enrique -
Magda -
Quité un par de días tu enlace para hacer un botón de tu blog para ponerlo en el mío, ya quedó por si gustas verlo.
Saludos.
Magda -
"-¿Y qué haría usted -preguntó Diotima enfadada- si por un día pusieran a su disposición el gobierno del mundo?
-No me quedaría más remedio que abolir la realidad."
Pero esto es imposible ¿qué hacer entonces? quizá... no, no se, aunque dan muchas ganas a veces...
Enrique -
Un saludo, pini.
pini -
entré porque tu post de abajo me recordaba "las alas del deseo" y ando con desazón.
me quedé escondida detrás de los caminantes que usan paraguas (yo jamás porque los olvido y amo la lluvia).
aunque queden definitivamente elegantes, más cerrados que abiertos con las puntas dobladas por el viento.
un abrazo, y préstame el rompeolas que necesito alejarme de la costa.